lunes, 28 de diciembre de 2009

Hay un río aquí en mi pueblo...

...que eso no es río ni es "ná".

La canción hablaba de un parque y como ese parque tenemos muchos. En mi barrio los están arreglando gracias, en parte, al plan E de ayuda para acometer obras municipales con cargo a las arcas del estado.



Pensando mal, como hago siempre, se me vienen a la mente las caras de los primos, cuñados y amigos de los concejales y del propio alcalde que, sin ninguna duda, se deben de estar poniendo las botas.

El lado ¿positivo? es que sus empresas están teniendo trabajo y no cerrarán de momento. Pero lo injusto es que otras empresas, que seguramente podrían ofrecer sus servicios por idéntico precio o incluso menor, y que con esa cantidad de dinero podrían mantenerse durante más tiempo que la del amigo del concejal, tendrán que cerrar.

Volviendo al río que me vió nacer y que cada tarde de domingo arrulla las derrotas de mi equipo, quería contaros que el sábado pasado estuve con mi hija y mi sobrina en una exposición de dinosaurios que han instalado en una carpa junto al puente del Rey.

Dentro de las obras de recuperación del cauce y su entorno (tras el soterramiento de la M-30) han rescatado para uso peatonal ambas orillas, el citado puente y la entrada a la Casa de Campo. Está quedando todo bastante bien, pero...

...Claro que hay un pero. Os recuerdo que estáis en Opinionlandia, donde los cabreos se hacen hombre. Esta no es la hoja parroquial.

Las barandillas que han colocado, además de ser feas de cojones, no sirven para casi nada. Se tambalean, seguramente por una fijación inadecuada y por debajo cabe perfectamente un niño de seis años.

Para aplanar la zona y que no se forme un barrizal se les ha ocurrido (supongo que más adelante lo adoquinarán) echar grava, lo que hace las delicias de los niños y las penurias de los mayores que tenemos que estar pendientes de que no tiren piedras al agua y de que no se cuelen por debajo de la baradilla.

En definitiva un acierto más de nuestro sin par Faraón. Pongamos que hablo de Madrid...

Salu2 y felices siestas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Ética periodística?

Como dicen que dicen los ingleses: "famosas últimas palabras". O lo que es igual: "semos ladrones pero honraos".

Uno ya está harto de que el gobierno, la oposición, los jueces o los abogados la líen parda y nos hagan creer constantemente que son gilipollas (o lo que es peor, que lo somos nosotros) y que no tienen criterio, pero de los periodistas estoy muy por encima de la línea de rebose en mi capacidad de hartura.

Voy allá. Salto al vacío. Yo como siempre, haciendo amigos.

El periodista, en su afán de inmediatez en la noticia (no lo hace por quitarle la noticia a otro, no, es pura entrega al servicio público), no se molesta lo más mínimo en contrastar la información. Le importa tres cojones decir lindezas como (textual): "...el cadáver presenta signos de violencia" (porque se lo oyó decir a un atribulado lugareño que nunca antes había visto un cadáver); "...la niña tiene evidencias de desgarro anal y vaginal" (porque: a) lo oyó a otra lumbrera del periodismo; o b) porque tuvo acceso, por desgracia, a un informe médico erróneo y no tuvo el aguante de esperar al informe forense.

Esta última afirmación periodística tuvo como consecuencia el linchamiento social de un individuo que solamente perseguía el debido respeto y trato médico para con la hija de su pareja. Los periodistas se erigieron en jurado y la policía (por orden judicial) se pasó una vez más por el forro de los cojones la presunción de inocencia que en algún artículo perdido de nuestra cumpleañera Constitución se menciona.

Desde mi punto de vista (que ni es humilde ni tiene por qué serlo) los protocolos de defensa al menor supuestamente maltratado funcionaron bien, pero a alguien (seguramente guiado por el estúpido afán de protagonismo que nos ha embutido en el cerebro la televisión) se le soltó la lengua y eso desató todos los errores que ya conocemos y los que nos quedan por conocer.-Para quién no conozca el caso, hablo de la muerte de una niña a la que los médicos no atendieron como es debido después de caerse de un columpio. A los dos o tres días el padrastro la llevó muy malita al médico y allí lo detuvieron por presuntos malos tratos. Se fundamentaron en los moratones (producto de la caída), en las quemaduras de la espalda (una reacción alérgica), y en los desgarros anales y vaginales... (todo esto lo oímos todos en la televisión). Posteriormente el análisis forense puso las cosas en su sitio y a ese pobre hombre en la calle.-

Al periodista se le llena la boca al pedir responsabilidades a todo "bicho viviente". Por el calentamiento/enfriamiento de la Tierra, por el Alakrana, por la muerte de Chanquete... Pero, ¿quién pide responsabilidades al periodista? El solito se basta; tiene códigos éticos para todo (para incumplir todos, por supuesto). Para el control de la publicidad (una mierda). Para el control de los horarios infantiles (dos mierdas). Para una información veraz (y tres mierdas).

Un claro ejemplo de información veraz me ocurrió este verano en una playa valenciana. Para ser exactos la de Pinedo. Se nos acercaron una sujeta-micrófonos y una sujeta-cámaras (que nadie cargue de sexismo mis palabras porque no tienen esa intención, igual de zafio es el asunto si hubieran sido hombres en vez de mujeres)para preguntarnos qué nos parecía que se pusieran multas de 700 euros a quien jugara con pelotas, raquetas, etc. en la playa. Hasta aquí todo es normal. Aquí llega el "detalle". Antes de responder a cámara la persona sujeta-micrófonos nos insinúa que contestemos lo mal que nos parece la medida. Acojona, ¿verdad? Si esto hubiese sido para el programa "Playas" del canal HP100 del barrio chino de El Pinedo, no pasa nada. El hecho es que era para el programa "Gente" de Televisión Española. ¿Imparciales? ¿Información veraz?

La profesión de periodista (en general)implica paciencia, contraste de información, acreditación de fuentes, ortografía, ... No vale todo, aunque en los últimos años parece que todos valen. Estoy hasta la coronilla de caras bonitas que parecen ventrílocuos manejados por Matías Prats (todos con el mismo ritmillo al hablar); de caras bonitas que no saben vocalizar (...); o de caras (...) más o menos duras que dicen que una semana comienza en martes. Esto me recuerda a AQUÉL que dijo que cómo iba a saber él en que día de la semana empezaba el año. No era periodista, pero trabajó en los medios. Todo se pega...

Toda esta descarga de mala leche es para y por los periodisticuchos que salen a la calle a cubrir una información como auténticos carroñeros. Luego están los periodistas de verdad. Los analistas de economía, de política, de sociedad, del medio agrario, del centollo en la costa de la muerte... De estos despotricaré otro día. Después están los periodistas deportivos. Estos son como lo que decíamos en el ejército: "El que vale, vale... y el que no, para cabo". Mejor ni hablar de ellos.

Un consejo. Nunca vayáis a cenar con un periodista... salvo que pague él y por adelantado.

Salu2