lunes, 1 de septiembre de 2008

ESQUE... MASAOCURRÍO

Corrían los tiempos en que reinaba don Pinpón. La ciudad, por la noche, tenía calles de primera, segunda y tercera. En las de primera había farolas cada 20 metros, con su potente luz blanca...
En las de segunda las farolas se situaban cada 30 o 40 metros (por cierto, ¿sabíais que la letra "o" escrita entre números ya no se acentúa debido a que las máquinas de escribir y los ordenadores utilizan distinto grafismo para el "0" cero que para la "o/O"?). Si la calle medía 50 metros se ponía una en cada esquina y así alumbraba a cuatro calles.
Y por fin las de tercera, que no tenían luz. Directamente.
Un buen día llegó al despacho de don Pinpón un amigo suyo del pueblo a pedirle ayuda. El hombre tenía una fábrica de bombillas naranjas para ferias y, como se había puesto de moda el neón, estaba al borde de la ruina.
Esto fue lo que le dijo: "Verás, querido don Pinpón, ya sabes que mi fábrica está en las últimas... y como tú reinas en esta ciudad... masaocurrío que como tengo alrededor de 500.000 bombillas almacenadas, pues... ¿qué tal si me las compras? Por supuesto te cedo el 15% de acciones de la empresa, yo las pongo a nombre de quien me digas. Y si te dicen que por qué el cambio de la luz blanca a la naranja tú les dices que consumen un 25% menos. No, tranquilo... no les estás engañando. Las que pones ahora son de 100 y las que te vendo son de 75. Entonces, qué, este verano partida, copa y puro en las fiestas del pueblo, ¿vale? Gracias amigo Pinpón".

Hasta aquí la ficción. Las cifras no son reales, y los personajes... bueno, del amigo no he dado ningún dato y don Pinpón... El caso es que me caía bien ese personajillo. Ya está, al reinante le llamaré don Álvaro del Frutal y Lope del Metal.



Vemos aquí una imagen de don Pinpón con su antecesor en el reinado

Ahora es cuando viene la realidad: las dichosas bombillas naranjas consumían menos y calentaban menos el ambiente, pero alumbraban menos.
Con lo que se ahorraban en energía era suficiente para poner alguna farola en las calles de tercera y poner más en las de segunda. Para las calles de primera, como las bombillas alumbraban menos que las blancas, tomaron la decisión de poner la fábrica de bombillas a funcionar y producir más y poner farolas supletorias más cerca del suelo, con lo que se duplica el gasto de energía y la radiación calórica al ambiente.
A todo esto los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado tuvieron que hacer un cursillo acelerado de interpretación de colores debido a que al ir, por ejemplo, persiguiendo a un vehiculo de color blanco lo que percibía el ojo era el color naranja, o si era verde parecía de color marrón, etc.

En definitiva, queridos niños y niñas: en todo organismo público hay un Director General de MASAOCURRÍOS, con despacho y todo. En la empresa privada también se da el caso bajo el nombre de despachos de no hacer nada, habitualmente ocupados por los hijos "más listos" de los empresarios. Estos sujetos suelen dedicarse a matar moscas con el rabo o a hacer recuento del almacenillo de papelería antes de llevar a la quiebra a la empresa con sus MASAOCURRÍOS.

Salu2

4 comentarios:

Natacha dijo...

Our, jajaja. Ya echaba yo de menos tus ácidos y acertados artículos... me temo que nunca desaparecerá el departamento de Masaourrío, ni antes, ni mañana... Y mientras, todos chupando del bote, efectivamente. Aunque, digo yo, que algún día tocaremos fondo... y entonces... no sé qué va a pasar.
Un beso, cielo
Natacha.

el viejo más viejo del palco dijo...

Y aquel mesacurrío llegó hasta aquí, y se extendió por el mundo, porque quieras que no, en cada región hay una fábrica de bombillas que ha conocido días mejores.

Aquí cuenta la leyenda que cuando los belgas hicieron su central nuclear, la producción iba a ser tal que habría que gastar, no sólo por equilibrar producción y consumo (¿alguien ha pensado en qué pasaría con las redes eléctricas si de repente el consumo bajara repentina y significativamente?), sino para con los ingresos, financiar la obra. Y de esta ecuación, nació la iluminación de las autopistas belgas, que lo están en su 90%, dejando el cielo de un bonito color amarillo todas toditas las noches del año. ¿Ver las estrellas? Dos opciones: un par de hostias o el planetario.

yo no soy esa que tú te creías dijo...

Ya hice mi comentario en tu entré de Agosto y en este me afianzo en él. Tú estarás haciendo nuevas amistades en el país Coladelparo, pero nosotros te hemos vuelto a recuperar. Deseo que sea por poco tiempo pero mientras dure... lo dicho... ¡¡que gozada leerte!! Besos.

Bowman dijo...

Y aún es peor. El caso que comentas es un Masaocurrío con 'valor' añadido...

Supón que Don Álvaro Poma y L. del Fe tiene un hijo arquitecto (cambia el segundo apellido L. del Fe por 'Dalí') al que sus propios compañeros tienen que escribir una carta abierta desde la facultad pidiéndole por favor que, haciendo honor a sus conocimientos profesionales, hable con su padre y le oriente estéticamente...

Porque si un problema tienen las bombillas del Don Pimpón Fruto-férrico es que van montadas sobre las farolas más HORTERAS que jamás pudieron parirse en el pueblo. Y no sólo las farolas. También las fuentes, los chirimbolos publicitarios, los depósitos de pilas usadas...

Como oriundo del pueblo gobernado por Don Álvaro, sentí vergüenza.
Me alegré cuando llego su sucesor, el Ilmo. Aurelio R. Faraón que al menos esconde sus horteradas bajo tierra con apoyo de su fiel Excalibur (aunque, eso sí, está dejando el pueblo como un gruyere)