martes, 1 de enero de 2008

Los chinos también se mueren

No era un chino cualquiera, era Joaquín y en el barrio lo conocíamos como “el chino” (tenía los ojos chinaos).
Lo primero que pensé al conocerlo fue que si me lo encontraba una noche por la calle le daría la cartera sin rechistar, pero bastó dos minutos para saber que, en esas condiciones, hubiera sido él quien me daría lo que le pidiera.
Por las tardes, del tiempo que su mujer y la hija de esta se hicieron cargo de mi niña, no le faltaba ocasión de comprar una “chuche” y lograba sacar una sonrisa y lo mejor de las dos niñas.
Era niñero y sé que deseaba que llegara este día para pasarlo con la familia sacando siempre su sonrisa contagiosa, su mueca burlesca, ese gesto que te hacía saber que iba de frente, sin mezquindad.
Militábamos en el mismo partido, el PEP (puñetas, estamos parados) y compartíamos dolencia de rodillas, pero todas las mañanas nos tomábamos un café él, su mujer y yo. Bueno, no tomaba café (siempre llevaba dos más que nosotros) sino una porra o un mosto blanco. Extrañaré ese momento.
No me acostumbraré a no ver su figura por la mañana en la esquina del colegio dando los buenos días a mi hija, el posterior paseo hasta la cafetería… o por la tarde pidiéndoles un beso a Virginia y a Andrea.
Me arrepentiré mil veces de no haber tomado la cerveza que me ofreciste el otro día (me la debes).
Es irónico pensar que el mismo gran corazón que tenías es el que te machacó anoche, cuando dormías. Pero estoy contento. Hace bien poco, cuando lo de la madre de Ina, hablando de las cosas de la muerte nos dijimos que la mejor forma de irse era sin dolor y durmiendo (aunque también acordamos que ese día sería lejano) y en ti se ha cumplido. Un último sobresalto y adiós. ¡Joder, tenías sólo unos meses menos que yo!
Lo normal es no desear la muerte de nadie (eso dicen), pero hay tantos que tendrían que estar donde te he visto hoy, tantos antes que tú, tanta rabia en lo que pienso.
Sentiremos tu ausencia mi hija, mi mujer y yo.
Me debes una cerveza, amigo.

5 comentarios:

el viejo más viejo del palco dijo...

Yo no conocí al chino, bueno, a ese chino. Sí a otro que decía siempre "LETAS NO" cuando nos tomábamos una cervecita en la peña atlética del barrio.

Que se te ve muy afectado y que te acompaño en el sentimiento.

Y sinceramente, espero que tardes muchísimo en cobrarte esa cerveza que te dejó a deber.

Un abrazo.

yo no soy esa que tú te creías dijo...

Caray, amigo, cuanto siento lo que acabo de leer en tu blog al cual ya me he hecho adicta sin remedio.

Yo no sabía de su existencia pero, ha sido suficiente leer tus líneas para sentirle como si le hubiera conocido.

Yo también te acompaño en el sentimiento y, como dice el "anciano", deseo que tardes muuuuucho en tomarte esa cerveza que quedó pendiente pues seguro que él sabrá esperarte con eterna paciencia.

Un fuerte abrazo.

yo no soy esa que tú te creías dijo...

fe de erratas:

ese ha sido va sin hache... sorry

el viejo más viejo del palco dijo...

No, mujer, déjalo con hache, que queda más bonito y ocupa más espacio.

yo no soy esa que tú te creías dijo...

¡Vaya por Dios! Ya no consigo silloncito en la Real Academia...